31.8.09

Juan y Pinchame se fueron al río

Flashes tranquilos en días de inviernos calurosos.
Colores que pierden la vista en pedazos del sonido.
El random nos hace creer que existe un ser superior que nos ordena las cosas y nos las da porque se supone que debemos recibirlas.
Lo respetamos. Le creemos. Lo veneramos. Es así como en vez de sufrir la salida de un tema de 8 minutos de Pastorius y la entrada inminente de uno de Flema nos lo tomamos con soda, como si el random fuera como un amigo buena onda que de vez en cuando nos recuerda con un chiste del estilo que el mundo es muy poco serio y que no da ser snobs, y que según estudios médicos recientes, el punk rock, en dosis regulares y frecuentes, hace bien a la circulación sanguínea y fomenta la segregación de adrelalina y, aunque aumenta considerablemente la cuota de alcohol en sangre, disminuye proporcionalmente la cantidad de chetos putos y otros especímenes a los que el feliz consumidor de esta música y estilo de vida propiciará las merecidas y necesarias golpizas.

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